“Había Pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y se les presentó un ángel del Señor y la gloria del Señor los rodeó de resplandor” Lucas 2:8-9.
Es increíble como voló el tiempo de estos meses, parece que todo fue un sueño el transcurso de este año 2024. Aunque la sensación es diferente dependiendo de cómo lo hubieses vivido. En mi cotidianidad muchas veces digo que al planeta en su girar cotidiano le pusieron un motor nuevo para acelerar su velocidad, pues sin darnos cuenta llegamos a diciembre, al tiempo de la Navidad. Un tiempo que, como cada año nos invita a reflexiones, meditaciones y encuentros internos. Nos invita a sacar tiempo para evaluar qué tenemos como activos y pasivos en nuestro libro de contabilidad cotidiana.
Este tiempo nos motiva a encontrarnos de una manera directa con nosotros mismos, a buscar soluciones y respuestas que sólo están en nuestro interior. Nos invita a dejar el consumismo a un lado y adentrarnos en nuestra realidad actual. Hacer menos bulla, menos algarabías, menos brillo exterior y más reflexiones, meditaciones internas, más sinceridad, honestidad con nosotros mismos para fortalecer nuestros espíritus y cruzar el puente hacia esos nuevos tiempos que nos exigen cambios de comportamientos, conductas y actitudes.
Cuando llega la Navidad la invitación se hace más directa e intensa para abrir las puertas a ese Jesús vivo que habita en cada uno de nosotros y nosotras, cuyo nacimiento celebra la mayor parte de la humanidad para volver a nacer con él y junto a él. Esta conectividad con el Bien Nacido nos depara armonía, para poder sentir paz, amor, esperanza y nos genera el gozo que sólo podemos lograr cuando alcanzamos una incorporación verdadera con la Divinidad. Jesús encarnado en niño y luego en hombre adulto nos dio un ejemplo y un mensaje luminoso, contundente, coherente y verdadero. Una buena noticia que ha trascendido la eternidad de los tiempos sin variaciones, sin dudas y sin teorías.
Entonces, ¿Por qué en esta Navidad no tomamos un espacio para reflexionar en ese mensaje de amor, de humildad y de entrega incondicional para aplicarlo en nuestro diario vivir? ¿Por qué no seguir el ejemplo de María y de José quienes se ofrecieron como instrumentos para darle al mundo el fruto del Bien Amado, sin esperar nada a cambio y enfrentando todos los obstáculos y peligros del mundo de Herodes?
¿Por qué no dejarnos guiar como los Reyes Magos por el resplandor de esa estrella que iluminó ese camino hacia Belén para encontrarnos al final del mismo con ese niño lleno de vida? Encontrarnos con esa criatura de bienaventuranzas, de esperanzas, de gozo que podemos arrullar, que podemos acariciar y acurrucar entre nuestros brazos cada día.
No permitamos que las energías negativas, ni las oscuridades, ni las tristezas de nuestros días, empañen el verdadero significado, la verdadera esencia de la Navidad.
En la espera del Bien Nacido tenemos la oportunidad de abrir las puertas a esa magia que se produce en estos días cuando llega al planeta mañana, 21 de diciembre, el Ángel de la Navidad, ese ángel que nos regala y anuncia las buenas nuevas en esa llegada del Bien Nacido y luego en cuatro días será la Nochebuena un espacio que brinda la oportunidad para compartir y disfrutar con nuestros seres queridos el pan que habrá en tu mesa.
Una vez más la vida nos sigue demostrando que lo más importante es lo que podemos compartir con las personas que nos importan y amamos con y en salud. Sigue la tradición de hace milenios de años para esperar la llegada de ese Divino Niño que siempre debe vivir en nuestros corazones. Permitamos que el espíritu y el ángel de la Navidad inunden nuestro ser. Que las campanas de Belén tocadas por los ángeles suenen y se quede para siempre en el santuario de nuestros corazones.
¡Feliz Navidad, que la salud, el amor, la luz, la sanación, la paz, el poder divino y su protección infinita se manifiesten en todos y todas!
Josefina Almanzar
La autora es abogada y docente universitaria.