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Vayan e inviten a todos al banquete

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El próximo domingo 20 de octubre es el Domingo Mundial de las Misiones (Domund). El papa Francisco ha querido con el lema: “Vayan e inviten a todos al banquete” (Mt. 22,9), vayamos a anunciar a todos las promesas del Señor: que todos los hombres se salven. El anuncio gozoso no es para algunos sino para todos.

La misión es un “ir” incansable para invitar al mundo entero al banquete de la fraternidad, de la Eucaristía, de la reunión final con el Señor; una invitación hecha con el estilo de Cristo -con ternura, caridad y cercanía.

Este año, la Jornada Mundial de las Misiones se celebra el domingo 20 de octubre. Con motivo de esta cita, el papa recuerda con particular intensidad en su mensaje el horizonte universal y escatológico de la obra apostólica de la Iglesia, para la salvación eterna de todos.

El banquete que el rey de la parábola quiere compartir, enviando a sus siervos a invitar a todos – prosigue el Pontífice- es como una «imagen de la salvación final en el Reino de Dios, realizada desde ahora con la venida de Jesús», que llega «en la plenitud de los tiempos». El papa recuerda que el Concilio Vaticano II hizo hincapié en el «carácter escato­lógico del compromiso misionero de la Iglesia», cuando recordó que «el tiempo de la actividad misional discurre entre la primera y la segunda venida del Señor […] Es, pues, necesario predicar el Evangelio a todas las gentes antes que venga el Señor» (Decreto Ad gentes, 9).

La Iglesia no cesa en su tarea fascinante de comunicar la alegría del Evangelio. Las palabras citadas contienen el así llamado mandato misionero. Los deberes que Cristo transmite a los Apóstoles definen al mismo tiempo la naturaleza misionera de la Iglesia. Esta verdad ha encontrado su expresión particularmente plena en la enseñanza del Concilio Vaticano II: La Iglesia peregrinante es por naturaleza, misionera, puesto que toma su origen de la misión del Hijo y de la misión del Espíritu Santo, según el propósito de Dios Padre; (Doc. Ad gentes, 2. Vaticano II).

Termino con esta hermosa ORACIÓN POR LOS MISIONEROS; Señor, que prome­tiste acompañarnos siempre por medio de tu Espíritu y no dejarnos huérfanos: te rogamos sigas fortaleciendo a los misioneros. En medio de tantas dificultades, ellos llevan tu voz y tu mensaje de amor a los más pobres. En este tiempo, haznos dóciles para que el Evangelio se desarrolle en medio de la sociedad y que la luz de tu verdad aumente la fraternidad universal. Acudimos a María, Madre tuya y nuestra, para que nos cobije en su manto y nadie deje de pertenecer a tu Reino de justicia, paz y amor. Te lo pedimos unidos a ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Protege, Señor, a tus misioneros, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, que dejan todo para dar testimonio de tu palabra y de tu amor. En los momentos difíciles, sostenlos, consuela sus corazones, y corona su trabajo de frutos espirituales. Y que tu imagen del crucifijo que los acompaña siempre, les hable de heroísmo, de generosidad, de amor y de paz. Amén.

Felipe de Js. Colón