Como hoy 14 de diciembre llegué al sexto piso, no tengo temor de decir que cumplo 60 años y estoy muy agradecida de Dios de poder llegar hasta aquí, en salud y pleno uso de mis facultades físicas y mentales.
Iniciaré este artículo definiendo el término del pánico a envejecer, que es lo que en psicología se conoce, como «Gerascofobia», que suele ir vinculada a un componente irracional que hace obsesionarse por lo inevitable, el transcurso vertiginoso de los años y los cambios en el cuerpo asociados a la pérdida de juventud y belleza.
No vivo con ese miedo persistente a que tengo arrugas, manchas y surcos en el rostro, no tengo miedo del proceso de envejecimiento, pues sé que este temor afectaría, mi paz mental y mi calidad de vida.
Sé que muchas mujeres amigas, familiares y damas conocidas, cuando vean lo que escribí revelando mi edad, me llamarán para decirme que porqué dije mi edad, me reclamarán que las mujeres no deben revelar su edad nunca. Hay que aceptar los años señores.
Me dirán que la edad de una mujer debe ser un secreto de guerra, que es una indiscreción poner en las redes sociales el número cumplido encima del bizcocho, yo no tengo ningún problema con esos 60 años que Dios me ha permitido cumplir.
Realmente a mí personalmente no me preocupa mi edad, tengo una autoestima saludable y no creo que la cifra de años cumplidos, sea un motivo de vivir en una constante angustia, para esta negra caribeña que ama la vida, con todos sus detalles bonitos y adversidades que nos llegan a veces sin esperarlas.
Cumplir años en este tiempo, debe ser una celebración especial, pues acabamos de pasar unos procesos difíciles con los temblores, huracanes y la pandemia del Covid-19 y aún yo sigo en Puerto Rico.
Estoy viva, de pié, guerrera, escribiendo versos y cuentos costumbristas, vivo amando y realizando todas mis actividades cotidianas, sin ayuda de bastones ni sillas de ruedas.
Detesto que las personas no acepten su edad con orgullo, responsabilidad y agradecimiento, respeto a todas las que deseen hacerse sus cirugías y retoques, es su derecho y si se sienten bien consigo misma, pues perfecto.
Debemos aprender a ir aceptando los cambios que nos acompañan al pasar de los años, cambios no solo en nuestros rostros, sino igualmente en nuestros cuerpos.
Pues no pretendo que seguiré igual al pasar de los años, pues no solo perdemos colágeno en el rostro, sino también masa muscular, ganamos o perdemos peso y empiezan a llega los achaques de la edad.
Vivir alegre, positiva, hacer lo que te apasiona, amar y que te amen, ser feliz, sonreír, hacer el bien.
Cuidar nuestra piel y cuerpos, alimentarnos bien, atender nuestra salud, hacer actividad física y dormir las horas necesarias, nos ayudará a combatir ese temor a envejecer y vivir en paz con tus patas de gallinas y las inevitables canas.
Dejo que fluyan los años, dejo que fluya la vida hermosa y no ando preocupándome por cosillas irrelevantes.
Total, mientras más nos preocupamos por la edad, dejamos de vivir momentos felices que nos brinda la existencia.
Un cumpleaños muy feliz para mí.
Llegué bien a mis 60 y no creo que me veo tan mal, para ser una sesentona y contando.
Dominga Valdez.