“Pero la persona que se une al Señor es un solo espíritu con él.” 1 Corintios 6:17 NTV
En Cristo somos una sola carne, por tanto, vivamos de tal manera que honremos Su presencia en nosotros. Qué grato honor saber que Cristo nos habita; y es precisamente lo que nos hace caminar en Su naturaleza. Es en esta naturaleza donde somos cambiados, transformados; con promesas de ser resucitados, glorificados y transformados en cuerpo celestial.
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.” Filipenses 3:20-21
Nos urge entender la importancia que tiene nuestro cuerpo para el Señor, pues, no es nuestro; por eso el apóstol Pablo hace la analogía del matrimonio y la iglesia, relacionándola como una sola carne. “Ni él ni ella son dueños de su propio cuerpo, sino que son el uno para el otro.” 1Corintios7:4TLA
Todo esto hace referencia a Cristo con Su iglesia para que entendamos lo respetable de nuestra relación con Cristo. Ya que, nuestro cuerpo forma parte de Su propio cuerpo, la iglesia.
Nuestro cuerpo es un templo espiritual en el que el Espíritu de Cristo mora y vive.
“Sobre todo, deben vivir como ciudadanos del cielo, comportándose de un modo digno de la Buena Noticia acerca de Cristo. Entonces, sea que vuelva a verlos o solamente tenga noticias de ustedes, sabré que están firmes y unidos en un mismo espíritu y propósito, luchando juntos por la fe, es decir, la Buena Noticia.” Filipenses 1:27NTV
¡Cuidado con los actos sexuales ilícitos! Pues, involucramos a Cristo en el mismo hecho y lo estamos profanando. Que nunca sea así entre nosotros. De ahí que, todo acto sexual fuera del matrimonio es prostitución. El que se une con una prostituta se une en una misma carne. Por eso vemos tanta profanación y aberración hoy día, donde nada es nada, porque es la moda.
No hay respeto a Dios ni a nadie, ignoran los valores cristianos. Sin embargo, nosotros como hijos de Dios conocemos la Palabra, y estamos para declarar al mundo que hay un Dios al que se debe reverenciar y respetar; un Cristo que nos habita y nos salvó, y un Espíritu Santo que nos redarguye y nos corrige en amor por medio de la Palabra; y de que sí podemos vivir dignamente.
“Pero, si el Espíritu de Dios vive en ustedes, ya no tienen que seguir sus malos deseos, sino obedecer al Espíritu de Dios. El que no tiene al Espíritu de Cristo, no es de Cristo.” Romanos 8:9TLA
Maricela Ortiz.