Sabemos que los tiempos son difíciles y que estamos enfrentando batallas que a veces creemos no ganar, sin embargo, por las arras del Espíritu Santo, Dios nos ha dado la victoria. “Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.” 2 Corintios 1:21-22
Quiero compartir un poco la vida del Apóstol Pablo, quien sin lugar a duda fue un hombre que cumplió su asignación con responsabilidad, entereza y entrega más allá de sus fuerzas; por eso pudo discernir la diferencia del hombre interior y el hombre exterior.
“Por tanto, no desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.” 2 Corintios 4:16. Es notorio que se entregó en la obra del reino; ya que tenía premura en cumplir con el propósito eterno.
Nos quejamos tanto, pero si vemos la vida del apóstol Pablo no hay en la Biblia un renglón que hable de una tregua en su vida sin enfrentar batallas. Sin embargo, nunca perdió el gozo y la fe en el Señor. ¿Y cómo lo logró? Se enfocaba en los privilegios de Cristo. Déjeme decirle, que cuando nos enfocamos en el hombre exterior siempre vamos a ver las tribulaciones, los problemas y las grandes pruebas, pero el triunfo, la fortaleza y los beneficios de esas batallas se engendran en el hombre interior, en el alma, por eso vemos que crece de día en día. ¡Ah! Pero eso como no se ve, no lo vemos, pero el apóstol Pablo sí nos enseña que el hombre interior se va renovando con las victorias de las grandes batallas que enfrentamos, pero batallas con propósitos, no batallas sombras que provoquemos.
“Porque de cierto, cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores. Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito;” 2 Corintios 7:5-6
La gratitud durante los procesos surte su efecto, ya que, honramos al Señor en medio de ellos. Pablo, en medio de sus aflicciones reconoció los privilegios de su posición en Cristo, por eso dijo: “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento.” 2 Corintios 2:14 En otras palabras, los beneficios que conlleva predicar el glorioso evangelio de Cristo no se comparan con las aflicciones que podamos enfrentar. La actitud que tomemos en medio de las pruebas determina si nos quedamos lamentándonos o nos levantamos para recuperar nuestra perspectiva y gozo en el Señor.
Maricela Ortiz.