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La reconciliación 1-2

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Vamos a hacer una exégesis para poder comprender el significado de reconciliación y lo que la misma representa. Iniciamos conociendo a los judíos y su relación con Dios, y en un segundo plano a los gentiles que no tenían a Dios ni Sus promesas. Ambos vivieron muchos años. Sin embargo, los judíos (Israel) fue escogido por Dios como Su pueblo para darse a conocer; por tanto, era Su único Dios (Yahveh).

Israel al ser elegido disfruta aún de privilegios y protección en la Tierra. A ellos les fueron dados los pactos de la promesa: Dios prometió un Mesía (Salvador, Libertador); una tierra prometida, un sacerdocio, una nación, un reino, un Rey, … Luego, en el cumplimiento de los tiempos vino Cristo, el Rey, prometido, para que todos los que en Él crean darles esperanza, salvación y vida eterna. Pero a los suyos vino, pero no le recibieron. El pueblo no reconoció a Cristo.

Los gentiles, en el otro escenario, representaban los pueblos y naciones sin Dios en el mundo, por tanto, vivían sin un Norte ni un destino divino, debido a que, no tenían la promesa de un Mesías y Salvador ni eran partícipes de los pactos divinos; además, no eran parte de la ciudadanía de Israel; por eso no tenían esperanza.

Pero de acuerdo con el plan eterno de Dios de reunir todas las cosas en Cristo, es entonces donde entra en escena Jesús, como el Salvador del mundo, el Redentor, el cual entregó Su vida (Él tenía vida en sí mismo), porque al morir consumaba la maldición de la Ley, y destruía con Su muerte al que tenía el imperio de la muerte. Luego resucita en gloria; y está sentado a la diestra de Dios Padre en los lugares celestiales hasta el cumplimiento de los tiempos.

La venida de Cristo fue la salvación del mundo, pues, Dios reconcilió a los hombres consigo mismo por medio de Cristo. De ahí que, la cruz es simbólica en su significado, ya que, de los dos pueblos judíos y gentiles hizo uno solo.

“En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.” Efesios 2:12-16.

Maricela Ortiz