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Conoce el milagro que permitió la beatificación de Juan Pablo I

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En una entrevista con el P José Dabusti, el 22 de julio de 2011, se narra el sorprendente milagro por el que Dios salvó la vida de una joven gravemente enferma.

Recientemente, el padre José Dabusti, sacerdote argentino, dio una entrevista a ACI Prensa en la que hablaba sobre el milagro atribuido a la intercesión del papa Juan Pablo I y explicaba cómo es que los milagros de Dios son «reales y concretos», realmente una «prueba amorosa de un Dios que está siempre» cerca de sus hijos.

Esta entrevista se ha dado con motivo del milagro atribuido a Juan Pablo I, el cual se dio el 22 de julio de 2011 y, ha sido la razón de su beatificación.

Durante sus charlas, el padre Dabusti sostenía que «los milagros existen y muchísimos más de lo que nosotros nos podamos imaginar», y afirma: «a veces, nos cuesta creer que el Señor hace muchos más milagros que no vemos, que no veremos, que son tan reales y concretos y que son la prueba amorosa de un Dios que está siempre junto a los hombres, junto al mundo, que no se cansa de amar, que no se cansará nunca, son las nuevas encarnaciones, hay que descubrirlas con fe».

Además, nombró varias de las características que más le fascinaban acerca de este próximo beato: «la humildad, la alegría y su presencia profética» y profundizó un poco sobre cada una de ellas.

Sobre la humildad, comentó: «creo que toda santidad se construye en un cimiento desconocido que es la humildad y Juan Pablo I es más que ejemplo actual y permanente por su humildad».

Sobre la alegría del papa Juan Pablo I, la identificó «como fuente también de testimonio del Evangelio hoy» pues «se necesita que el Evangelio sea predicado por la alegría y él es, un gran discípulo de la alegría. (…) La presencia de Cristo Resucitado siempre causaba alegría, repite el Evangelio, y la presencia de la gente que vive la fe con alegría hoy en día es fundamental para la evangelización».

El padre Dabusti también mencionó la «presencia profética» del ex papa, definiéndola como «lo que silenciosamente él vivió en su sacerdocio, en su pontificado, es lo que después dio fruto en sus tres sucesores: San Juan Pablo II, Benedicto XVI y el Papa Francisco. Fue el grano de trigo que cayó en tierra y dio fruto. Un profundo hombre de fe, esperanza y caridad y los tres Papas marcan eso en el siglo XX y XXI».

En otra ocasión compartiendo información sobre el tema, esta vez durante una presentación vaticana para la beatificación del Papa Luciani, ahondó un poco más acerca del milagro ocurrido gracias a la intercesión del papa Juan Pablo I.

El padre Dabusti dijo que tenía una especial devoción a Juan Pablo desde su adolescencia, cuando quedó «impresionado por la elección y la persona del Papa Luciani». Una vez falleció el papa, permaneció orando por él y pidiéndole cariñosamente su intercesión en varias cosas.

El milagro se dio cuando, en otoño del 2011, Dabusti conoció a una mujer que se acercaba a rezar frecuentemente a la parroquia Nuestra Señora de La Rábida en Buenos Aires. Su nombre era Roxana Sosa y tenía una hija gravemente enferma llamada Candela, a quien habían trasladado desde Paraná para internarla en un hospital cercano al templo.

Dabusti comenzó a visitar constantemente a la mujer y a su hija, y cuenta que durante estos días compartían «la oración, el Sacramento de la Unción que le administré, las bendiciones y también las tristezas por el deterioro que sufría la salud de Candela» al mismo tiempo que «una misteriosa esperanza y una fortaleza ejemplar veía yo brotar del corazón de esta madre».

Para la fecha del 22 de julio el mismo año, la salud de Candela no podía estar peor: se había contagiado de un virus, tenía una fuerte neumonía y su peso iba por debajo de los 20 kilos.

«¿Cómo se me ocurre proponerle a Roxana rezarle a Juan Pablo I para que interceda por la vida y la curación de Candela? Humanamente no lo sé. Espiritualmente sí. Porque tengo una certeza que tiene dos palabras: Espíritu Santo», comenta el sacerdote.

Fue entonces que el padre Dabusti se unió a dos enfermeras para colocar sus «manos sobre el cuerpo de Candela y realizó una oración espontánea».

«No recuerdo exactamente las palabras que recé. Sí le pedí al Señor, que por intercesión de Juan Pablo I curara a Candela. Quiero compartirles que siempre guardé muy vivo este “hecho” maravilloso. Internamente tuve la certeza de una especial intervención de Juan Pablo I».