Desde el momento en que empezamos a tomar conciencia de nuestra estadía en este universo, empezamos a cuestionar nuestra existencia. Comienzan las preguntas, las inconformidades de las respuestas que encontramos en el camino, las cuales no llenan nuestro manantial de inquietudes. Comienzan las búsquedas de algo más abstracto, de algo que está por encima de nuestros sentidos. Las búsquedas para llenar los vacíos existenciales que van creando y dejando las vivencias que tenemos en nuestro diario vivir cuando no hay respuestas satisfactorias a nuestros cuestionamientos.
Muchas veces no nos percatamos de lo que hacemos aquí o de por qué estamos en este momento ocupando un espacio propio y exclusivo, el cual debe ser llenado para formar parte de nuestra propia historia de vida. Y así vamos sin darnos cuenta de que estas vivencias no son más que un aprendizaje. Estamos aquí formando parte de este universo, dentro de este planeta Tierra para aprender a través de las múltiples vivencias que debemos experimentar.
Lo mejor de este aprendizaje es que no estamos solos como muchas veces creemos porque desde siempre hemos sido guiados, conducidos, agarrados de la mano por la Divinidad. La cual nunca nos dará un aprendizaje superior a nuestra capacidad de aceptar y recibir la enseñanza. Jamás nos dará un examen de universidad cuando sólo estamos preparados para recibir uno de cuarto grado de la secundaria. Todo va de grado en grado, de evolución en evolución. Todo llega en su justo momento, en su justo lugar, sólo debemos abrir nuestros canales para recibir la frecuencia y la vibración adecuada. Para seguir los mensajes que de tantas maneras se nos manifiestan en nuestro diario vivir, para dejarnos guiar y conducir por quien sólo quiere lo mejor para sus hijos e hijas.
Cada quien tiene caminos diferentes que recorrer, misiones distintas que realizar, pero al fin y al cabo todos los senderos conducen a la realización de nuestro ser divino. No debemos temer al aprendizaje porque nunca llegará a nuestras manos tareas que no podamos realizar. Nunca llegarán dificultades que no podamos vencer porque no se nos dará más de lo que podamos estar capacitados para entender y aceptar.
La luz de los seres guías y protectores siempre iluminarán nuestras mentes y abrirán la ventana cósmica del entendimiento y del discernimiento, para tomados de la mano ayudarnos a adquirir nuestro aprendizaje en esta escuela de la vida.
Confiemos en que todo obra para bien y que, aunque a veces tarde en llegar lo que esperamos al final, siempre hay recompensa.
La autora es abogada y docente universitaria.