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Hermanas de sangre, hermanas por vocación religiosa

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Sor Mariana, Sor Roziane y Sor Isabela Guimaraes son tres hermanas de sangre, brasileñas, que abrazaron su llamada a la vida religiosa en la misma congregación: el Instituto de las Hermanas de Nuestra Señora del Buen Consejo.

Hoy, la hermana Mariana, de 50 años, y la hermana Isabela, de 35, viven en la misma casa de la congregación, situada en Maricá, en el estado brasileño de Río de Janeiro. Mariana es consejera y forma parte del gobierno del instituto, e Isabela cuida de las monjas mayores. La hermana Roziane, de 37 años, vive en Belo Horizonte, en el estado de Minas Gerais.

En una declaración a ACI Digital, la agencia de noticias hermana de CNA en lengua portuguesa, las monjas relataron que nacieron en Virginia, en Minas Gerais, en el seno de una familia católica de 13 hijos, dos de los cuales murieron en la infancia.

Las hermanas dijeron que sus padres fueron clave para su vocación religiosa, ya que les enseñaron con el ejemplo a vivir su fe en Cristo. Sin embargo, dijeron que, aunque provienen de la misma familia y siguen el mismo carisma, cada una vive su vocación a su manera, según su propia forma de ser.

«Nuestra madre nos enseñó a vivir cada una a su manera. Por eso, aunque seamos hermanas y estemos en la misma congregación, ninguna se inmiscuye en la vida de las demás», explica sor Mariana

Ella fue la primera en seguir su vocación, ya que entró en el convento con 12 años. «Ya a esa edad sentí esa llamada a estar más cerca de Dios», dijo. Contó que, gracias a la orientación de un sacerdote de su parroquia, conoció a las Hermanas del Buen Consejo y que, un mes después del nacimiento de Roziane, entró en el instituto.

La siguiente fue Sor Roziane, que entró en el convento en 2002. Dice que tiene «un ligero recuerdo» de que a los tres años expresó su deseo de ir al convento, aunque «todavía no había visto a la hermana Mariana», que sólo volvió a casa tres años después.

La Hna. Roziane dijo que, después de un tiempo, la Hna. Mariana empezó a visitar a su familia una vez al año y le preguntaba si quería ir al convento, «porque sabía de este deseo». Ella respondía que quería esperar a terminar sus estudios en el colegio; sin embargo, dijo que en su segundo año de bachillerato comenzó a considerar más su vocación.

«Ya estaba saliendo y mi novio era un buen chico, pero no despertaba ese amor en mí. Fue entonces cuando me di cuenta de cuál era mi vocación. Cuando la hermana Mariana estaba en casa, en enero, me fui con ella al convento«, recuerda.

La última fue sor Isabela, que entró en el convento en 2013. Contó que al principio no pensaba en ser monja, hasta que decidió ir a pasear al convento en 2005. Luego siguió visitando el convento durante ocho años más. Sin embargo, no quería entrar en el convento sólo porque sus dos hermanas estaban allí.

«Pero cuando llegué a la graduación de Sor Mariana, a la hora de salir, pasé por la capilla y sentí algo muy fuerte, diferente. Fue entonces cuando dije que yo también quería quedarme», recordó.

La Hna. Mariana contó a ACI Digital que su madre también quiso ser monja cuando era joven, pero no pudo, «porque en ese momento era más difícil».

Recordó que hace poco su madre le contó que en esa época le contó a una persona su deseo imposible de ser monja, quien rezó por ella y la animó a «rezar por sus hijos. Ella rezó y hoy tiene no sólo una, sino tres hijas en el convento», añadió Sor Roziane.

Para las monjas, el papel de los padres es clave en la formación de la vocación de los hijos. «Si puedo dar un consejo a los padres es, en primer lugar, que busquen vivir como cristianos, como buenos cristianos, porque no es tanto hablar, sino que vivir evangeliza mucho más. Nosotros vimos a nuestros padres rezar, asistir a la iglesia. Por eso, el ejemplo tiene más peso que el hablar», dijo sor Mariana.

Para la hna. Roziane, la decisión de entrar en el mismo convento estuvo en cierto modo influenciada por «tener una hermana en la congregación» que les ayudó a «saber cómo funcionaban las cosas», pero con el tiempo «nos dimos cuenta de que, en realidad, era una llamada de Dios a ese carisma, porque encontramos satisfacción en él. Si no fuera por eso, tal vez habríamos buscado otros institutos», dijo la Hna. Roziane.

Como confirmó la Hna. Isabela, la Hna. Roziane señaló que en el Roziane señaló que al principio se cuestionaron si su entrada en la congregación era sólo el deseo de ser como su hermana mayor. «Pero con el tiempo en la vida religiosa, vemos que las intenciones se van purificando, porque vienen las pruebas de su estado de vida, vienen las pruebas de su misión».

Hay otros casos de hermanas de sangre pertenecientes al Instituto de las Hermanas de Nuestra Señora del Buen Consejo. Según la Hna. Roziane, esto «nunca trajo ningún tipo de problema, porque casi nunca vas a trabajar con tu hermana». La hermana Mariana añadió que la fundadora de la congregación, la madre María Bernadete, fallecida en 2019, «nos acogió y supo guiarnos muy bien para que cada una pudiera vivir su vocación».