La República de Haití, la más pobre del hemisferio occidental no se había recuperado del terremoto del año 2010, que había dejado más de 250,000 víctimas, aún sobreviven personas en carpas oa la intemperie fruto de la inopia en que le dejó la tragedia, tampoco ha curado las heridas y resarcidos los daños que las tormentas y huracanes han generado en los últimos 11 años. La vida del pueblo haitiano ha sido un drama histórico que va desde la independencia hasta hoy.
Dictadores, usurpadores, luchas en negros y mulatos, pillaje internacional, puente de narcotráfico, tráfico de armas y otras prácticas ejercidas por grupos que se han convertido a Haití en un estado débil (Andrés Corten) o el estado fallido como se dice desde Estados Unidos. Haití es compañero de viaje de República Dominicana en compartir un escenario como la isla Hispaniola, el lado haitiano desertificado, deforestado, con carencia de fuentes acuíferas. Los problemas ambientales y sanitarios no tienen fronteras y se transmiten por efecto de la dirección del viento o por el contacto entre la población. Históricamente ha existido una relación crispada y tirante entre dominicanos y haitianos, conflictos relacionados con la posesión de la isla y con el proceso de independencia de República Dominicana.
La República de Haití es un país huérfano de la solidaridad y la asistencia internacional del primer mundo, no obstante, los estados de animadversión, es República Dominicana el paño de lágrimas de Haití, más de medio millón de haitianos vive y trabaja en República Dominicana. La asistencia humanitaria segura hacia Haití llega de República Dominicana. La frontera entre los dos países es imaginada, porosa e infuncional, los gendarmes ocupados de su vigilancia y protección son mercaderes vulgares. Trafican personas, armas, productos agrícolas e industriales entre otros. Hasta este momento se han encontrado 1900 muertos, 60,000 viviendas destruidas, más de 70,000 averiadas y una carencia casi total de medicamentos y otros insumos. Ante la tragedia la comunidad internacional a través de sus organismos supra nacionales ONU, OEA,
Este país es el paria del Caribe, encaja con el texto de Frantz Fanon Los Condenados de la Tierra. No basta con vedetismo mediático son acciones reales para asistir a la comunidad haitiana. Después de la destrucción generada en el devastador terremoto de 2010 salieron todos los anuncios de filántropos, empresarios, políticos y celebridades acerca de la ayuda que enviaron para Haití. Muy poca apareció y la situación de tragedia se perpetuo en el tiempo.
El drama haitiano está relacionado con su pobreza, con el color de piel, con lo que Adela Cortina ha denominado aporofobia se les margina por ser pobres y negros. Se les invisibiliza porque no tiene oro, plata, petróleo, y otros metales que despierten las voracidades imperiales, tampoco los haitianos son una amenaza ideológica, un problema de geopolítica para el primer mundo capitalista. Esa indiferencia de la comunidad internacional delega de forma implícita en República Dominicana la responsabilidad de sobrellevar la situación haitiana. El Masacre se pasa a pie y la muchedumbre haitiana vendrá para acá. La parte este de La Isla que tiene las tierras más feraces y las principales fuentes acuíferas será el espacio de sobrevivencia para la comunidad haitiana. Desde 1986, tras la caída de Duvalier, El dictador haitiano,
La comunidad internacional encabezada por Estados Unidos intervino en Haití para contribuir a la democratización, pero no se resolvió nada, Arístides volvió al poder con la asistencia de la OEA en 1994, pero fue sacado en el 2004 por una misión de la ONU llamada MINUSTAH, misión de las Naciones Unidas para la estabilización de Haití, se incrementó la presencia de cascos azules después del año 2010 y más que resolver el problema se agudizó. Los soldados de la ONU se dedicaron a cohabitar con las jóvenes haitianas ya dejarlas en estado de gravidez, también señalan los líderes haitianos que introdujeron el cólera y otros problemas sanitarios que complican aún más la vida de Haití. El país caribeño no se supera del magnicidio del presidente Jovenel Moïse y ahora se produce un terremoto que profundiza la situación humanitaria de Haití.
Algunos ortodoxos y fanáticos religiosos atribuyen el drama de Haití a su inclinación por la práctica de vudú, a sus ancestros africanos. ¡Cuánta ignominia! en vez de procurar crear espacio de solidaridad procuran generar especulaciones y conjeturas esotéricas que sólo siembran ignorancia, maledicencia y otros comportamientos arteros. No se ofreció ni frente a la desgracia del hermano. Haití necesita ser visibilizado, solidaridad ostensible, fáctica y real. No es momento de especular con argumentos nimios y descabellados, es hora de practicar la solidaridad, acercamiento, altruismo y la otredad.
Luciano Filpo
El autor es Dr. en Educación.