La comunidad de El Higüerito, Sede parroquial desde el año de 2002, tiene como patrono a San Matías Apóstol. Antes celebraba la Fiesta del Carmen, pero el entonces arzobispo Monseñor Flores Santana, tuvo la feliz idea de cambiar de patrono: Pasamos de la Virgen del Carmen a San Matías Apóstol. Del 16 de julio al 14 de mayo. De la veneración de una advocación mariana, a la veneración de un apóstol, que probablemente no tuvo una cercanía directa con el Hijo de María, más sin embargo, sus palabras de vida, de esperanza y de salvación, impactaron hondamente en el corazón del joven Matías.
La primera lectura de los Hechos de los Apóstoles, nos presenta como fue el proceso para realizar una correcta elección, después que Judas Iscariote, el traidor dejó el vacío. El apóstol Pedro explica que Judas era uno del grupo y compartía el mismo misterio, pero el demonio se metió en el corazón ambicioso de Judas, y por unas treinta monedas, seguido del beso en la mejilla, entrega fríamente a su Maestro Jesús.
Judas Iscariote, estaba descontento con el modo en que Jesús quiere construir el reino de Dios en la tierra. Judas no había entendido, que Jesús no vino a buscar poder político, ni militar ni económico, sino construir un reino de paz, de amor, de justicia, de esperanza, de solidaridad. Esa insatisfacción le llevó a Judas a aceptar la oferta de una facción del Sanedrín.
El perfil que se necesitaba, para llenar el hueco estaba claro. El apóstol número doce, no podía olor a traidor, ni lavarse las manos cuando haya que tomar una decisión pastoral, tampoco podría ser apegado al dinero, ni mucho menos uno que pretenda colocarse el ropaje de Rey, amo y señor de la comunidad.
Tendría que ser uno que se asocie como testigo de la resurrección del Señor Jesús. Uno que haya sido misionero del grupo de los setenta y dos discípulos que el Señor envió a predicar. Uno que haya sido testigo del Señor Jesús desde su bautismo hasta la ascensión.
Los requisitos eran exigentes, y surgieron, no una multitud de candidatos, tan solo dos: José de Barsabá y el joven Matías.
El proceso para la elección, no se hizo a la ligera ni con prisa, no reflejó fanatismo ni endiosamiento hacia alguno de los dos propuestos, ni promesas de cargos, ni compra de conciencia con dinero, ni amenazas de los que se creen poderosos. Tampoco se escuchó: “Yo me retiro de la comunidad, si es elegido éste o aquél”. La fe nos une en torno al dueño del rebaño, nunca divide.
Simplemente se invocó al Dueño de la mies: “Señor tú que penetras el corazón de todos, muéstranos a cuál de los dos has elegido para que, en este ministerio apostólico, ocupe el puesto que dejó Judas para marcharse al suyo propio.” La presencia del Espíritu Santo estaba operando en el grupo, en todos los que estaban allí, y surgió uno: Matías, que significa regalo de Dios. Y desde ese día Matías formó parte del grupo de los doce.
Matías fue muy distinto a Judas. El primero fue fiel al proyecto de Jesús. Evangelizó en Judea, en Capadocia y en las costas del Mar Caspio, sufrió persecución; el segundo, Judas, eligió la traición, cayó él mismo la voz que pudo convertir a muchos, solo pensó en sí mismo, en asegurar su futuro. Matías, como tantos testigos de Jesús, experimentó el martirio, los griegos sostienen que murió crucificado. Manos asesinas silenciaron su voz profética, pero no la Palabra de Dios.
Finalmente, si queremos imitar a nuestro patrono y glorioso San Matías, hoy sentado a la derecha del Padre. Dejemos guiar por el Espíritu Santo. Cultivemos una amistad sincera con el Maestro Jesús. El don del amor, virtud teologal, es una asignatura pendiente, nadie se gradúa de amor. La medida de amor de Dios, es amar sin medida. Hay tantas realidades desfiguradas por el odio, pongamos con ayuda de nuestro patrono San Matías, el rostro del amor que todo lo transforma. Que así sea, ¡Amén!