Tener fe es creer que el Dios de las Escrituras es verdadero, y que por Su amor y justicia tenemos salvación y vida eterna por la fe en Su Hijo, Jesucristo. Estar en Cristo no es un cliché, sino una convicción que debe vivirse. Además, tener la certeza, de que fuimos vivificados por Su Espíritu. “Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.” 1Corintios 15:45
Nuestras vidas están escondidas en Cristo, por tanto, enfoquémonos en el fin de nuestra fe. “a quien amáis sin haberle visto, en quien, creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.” 1Pedro 1:8-9
Muchos desertaron en su fe, porque nunca conocieron a Cristo. Cristo es nuestra fe, y esta fe es la que nos hace andar en Su naturaleza. La fe en Cristo nos confirma nuestro final de manera orgánica por habitarnos Cristo. “y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.” Eclesiastés12:7 “Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” Romanos 10:8 “fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” Se refiere a las cosas eternas, en el cumplimiento del plan eterno con relación a nuestra salvación.
Congregarnos tiene su propósito: “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.” Efesio 1:13-14
Al creer en Cristo, Él lo llena todo en todos, y ésta es la fe que nos sustenta, la que nos hace vivir confiadamente, porque en Él estamos completos. El fin de nuestra fe, es la salvación de nuestra alma. En este sentido, escudriñar las Escrituras y escuchar la Palabra es de suma importancia para afirmarnos.
“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” 1Tesalonicenses 5:23
“De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien.” 1Pedro 4:19