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Edad, bienestar y covid 19

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Me encanta mi edad. Envejecer es placentero cuando se siente la libertad de ser uno mismo. La edad libera si nos aceptamos y nos deleitamos con lo que somos.  Ella nos traslada de la pasión al altruismo, de la impaciencia a la indulgencia y solidaridad. Es  una etapa donde no hay lamentos sobre lo que soy o hubiera podido ser, donde la opinión de los otros no tiene prioridad sobre la mía,  donde no hay afán de buscar bienestar  fuera  de nosotros o esperar que  nos la proporcionen los demás  , donde es mas fácil ser positivo porque uno  cuestiona menos su comportamiento  y los sentires de los otros dejan de tener predominio sobre nuestras vidas.  Es como si hubiéramos heredado el derecho a equivocarnos y  aventurarnos a ser nosotros mismos.

Hay situaciones, en que con el correr de los años, ocurre un proceso de despersonalización especialmente en   la mujer. Esta, por múltiples razones, abandona sus proyectos para fusionarse a los que exige el marido y la familia. Con la edad aprendemos a ver los demás como compañeros de viaje y no como capitanes de nuestra barca. Comprendemos que no necesitamos compañía para encontrar nuestro destino, perdemos el miedo a estar solos y a dirigir nuestro porvenir, es una situación relajante y positiva. Aprendemos a respetar nuestra individualidad sin ser egoísta, no necesitamos extraer energía de los demás para renovar la nuestra.

Con la edad, entramos en una etapa donde redefinimos nuestro vocabulario interno y externo. Palabras como amor, no resultan sinónimo de media naranja sino de dos naranjas enteras. Dejamos de exigir, aceptamos, toleramos e instamos a que se nos acepte tal como somos, para tener el privilegio de crecer juntos.

La expresión felicidad, deja de ser una búsqueda insaciable de goce y comodidad y lo sustituimos por una mezcla de placer y sabiduría donde hago lo que me hace sentir bien, me mantenga en equilibrio y me brinde paz interior. Decía el filósofo Jean Paul Sartre: es querer lo que uno hace y no necesariamente hacer lo que uno quiere.

Aprendemos a no anestesiar nuestro cuerpo, ni nuestra alma, con falsas expectativas o soluciones rápidas para cumplir nuestros deseos, tales como caprichos de viaje, compras compulsivas, pastillas, medicamentos paliativos, obligaciones innecesarias etc.  Aprendemos sin lamentarnos, ni tener remordimientos de lo que pudo ser o no pudo ser, sin preocuparnos por el avenir. Disfrutamos la vida como la sentimos sin dar explicaciones, sin excusas y con la autorización y el derecho de errar… Con la edad aprendemos lo fácil que es ser positivo y desprendernos de las vicisitudes banales del diario vivir.

El Covid 19 nos está forzando a hacer un trabajo importante de introspección y de toma de responsabilidad existencial. Nos ha desnudado. Nos ha enfrentado a un mundo social reducido y nos ha puesto cara a cara con la familia, donde se nos hace difícil guardar apariencias o mantener poses.      Es una oportunidad, para todos, jóvenes y personas de edad, para reflexionar, organizarnos y descubrir nuestros sueños e íntimos deseos, sin esperar que otros nos llenen los vacios que hemos dejado de saciar.

La Pandemia es una aliada, aprovechémosla. Ella nos permite descubrir lo que somos capaces de ser y hacer para conseguir bienestar y paz interior, nos ayuda a escoger nuestro camino con sabiduría, confianza y placer.

Estoy segura que al salir de ella tendremos la fuerza y voluntad necesaria para ser nosotros mismos, para encontrar ese tan deseado equilibrio espiritual y relajamiento emocional, que a pesar de las limitaciones internas y externas todos perseguimos.

Paula Joaquín de Hensch