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La conversión personal y pastoral

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La conversión consiste en el cambio que debe operarse en el interior de la persona que cree en el perdón y la reconciliación. Un ejemplo fehaciente es la figura de Pablo, el cual se  convirtió, porque gracias a la luz divina, ‘creyó en el Evangelio’. En esto consiste su conversión: en creer en Jesús, muerto y resucitado, y abrirse a la iluminación de su gracia divina.

La experiencia del Apóstol puede ser modelo de toda auténtica conversión cristiana. … Ésta maduró en el encuentro con Cristo resucitado: y fue este encuentro aquello que hizo cambiar radicalmente su existencia. Comprendió que su salvación no depende de las obras buenas realizadas según la ley, sino del hecho que Jesús también murió por él y había resucitado”.  “Convertirse significa creer que Jesús ‘se ha dado a sí mismo por mí’, muriendo en la cruz y resucitando, vive conmigo y en mi. Confiándome a la potencia de su perdón, dejándome tomar de la mano, puedo salir de las arenas movedizas del orgullo y del pecado, de la mentira y de la tristeza, del egoísmo y de toda falsa seguridad, para conocer y vivir la riqueza de su amor”.

La conversión pastoral consiste, según Aparecida, mirar una realidad eclesial que necesita transformarse, en el caso concreto nuestro, sería potenciar la Pastoral Juvenil,  que volvamos a la catequesis de niños,  hacer resurgir el ministerio de monaguillos, es reactivar la Hermandad de Emaús.

La conversión pastoral permanente es una exigencia del “don de Dios” que los  presbíteros que los presbiterios llevamos en vasijas de barro, la conversión entonces debe ser inspiración y el aliento de nuestra acción pastoral.

El documento de Aparecida, nos reclama “Revivir el don de Dios”, conversión personal, la pasión por construir el reino de Dios, y esta nos lleve a la conversión pastoral. Ciertamente que nos urge reorientar el quehacer de la Iglesia, a través de sus pastores y el pueblo de Dios. Una profunda renovación de la Iglesia en su ser y en su quehacer, significa que la acción pastoral no puede seguir siendo la misma de siempre.

La conversión pastoral consiste, es estar dispuestos a dejar que el Espíritu Santo nos lleve por donde él considere, aunque eso signifique desprenderse de modelos a los que estamos acostumbrados.

La conversión personal nos debe llevar a la conversión pastoral y esta a una permanente renovación misionera. Pidamos al Señor,  la gracia en este tiempo de cuaresma de renovarnos en la mente y el corazón.

Felipe de Js. Colón

El autor es, Juez del Tribunal Eclesiástico