Cada mes, el Plan de Pastoral, nos ofrece un valor para vivir. Este mes de noviembre es: La Familia; y el lema reza así: “Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia”. Extraído del Libro de los Hechos de los Apóstoles, 16,31.
La imagen del tesoro hace referencia, a algo valioso, útil y bello. Entonces hemos de admirarlo, cuidarlo y protegerlo. En algunos casos es deseado de manera egoísta, y aparecen compradores, y ante el rechazo, no pocos son capaces de apropiarse a como dé lugar.
No basta con hablar y escribir grandilocuentes discursos sobre la importancia de la familia en la sociedad, sino que es necesario que la defendamos con legislaciones que protejan y garanticen los mínimos necesarios para que cada hogar y para que cada persona pueda desarrollarse por medio del estudio, que capacita, y un trabajo digno, que aporta al Estado y sostiene materialmente un hogar.
Todos estamos convencidos, que la familia es la célula de la sociedad. Ella articula el conglomerado humano.
¿Estamos satisfechos con el tipo de familia que nos presenta la sociedad? Sea usted el jurado.
Desde mi esquina, puedo decir que por un lado, hay familias que han cuidado la formación en valores, pero en otros muchos casos, tristemente no.
Son muchos los factores que inciden para, que determinadas familias no logren que su hogar brille en todo su esplendor, y entonces es todo lo contrario, hay mugres, polvo y telarañas.
“Cuando un hombre, un joven crece en valores humanos y cristianos esta en condiciones de vivir su vida de una manera diferente a lo que hacen los demás. No es una tarea de una semana o de un mes. Implica educar con el ejemplo.
Mientras en el hogar los padres de familia, hombre y mujer, no decidan a mostrar con sus vidas estos valores, difícilmente arraigarán en las nuevas generaciones, jóvenes virtuosos como respuesta adultos degradados.
Cuando el papá va delante en sus compromisos cristianos es mucho más fácil que sus hijos lo sigan y aprendan de este modo a vivir cristianamente. y cuando esto no se da, resulta cuesta arriba que puedan responder a la llamada y al compromiso cristiano” ( Cf Aparecida, núm. 463).
Te invito a cuidar el tesoro de la familia. Salva a tu hogar fomentando una vida conectada con Cristo. La primera prioridad de un paternidad responsable son los hijos, entonces transmite valores humanos y espirituales, y de esta manera tus ojos derramarán lágrimas, no de pena, si no de felicidad.
El autor es, Juez del Tribunal Eclesiástico