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La fuerza de la Palabra de Dios

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Han transcurrido ocho años desde que el papa emérito, Benedicto XVI, promulgara la Exhortación Apostólica Verbum Domini, sobre la Palaba de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia. La Biblia, el libro de los cristianos, descubrimos a un Dios en permanente diálogo con el hombre. “La novedad de la revelación bíblica consiste en que Dios se da a conocer en el diálogo que desea tener con nosotros” (DV 6).

¿Cómo descubro que Dios me habla? Escucharemos su voz, precisamente en los acontecimientos positivos y negativos de la vida diaria. Dando una lectura espiritual Ante el hecho afortunado o desafortunado. Sin la oración y la debida reflexión, la vida se convierte en activismo que sofoca y no satisface.

La Biblia es el libro por excelencia, donde Dios tiene un mensaje para nosotros. Un buen cristiano debe leerla diariamente. Allí, mientras doy lectura a su Palabra converso con Él. Reviso mi vida. Esa disposición del corazón, ayuda a poseer un espíritu humilde, un alma orante, que se pone a los pies del Señor para que guíe nuestra vida. Concentrarse y pensar en la verdad de Dios. En un mundo donde aparentemente pretende ganar la batalla, las palabras hirientes, la palabra engañosa, falsa y traicionera, se hace urgente escuchar a Dios en su palabra que nos pone en el camino correcto. “Lámpara es a mis pies tu palaba, y lumbrera en mi camino” (Salmo 119).

Ahondar en el misterio de Dios nos permite valorar a la persona. La fraternidad es posible, si en vez de pronunciar palabras destructivas, expreso palabras edificantes. Palabras amables, palabras que estimulen a ver la vida con optimismo.

Congregarnos en una iglesia, nos servirá de apoyo para poder remar mar adentro. La comunidad eclesial, es un sostén para preguntar al hermano, que está a mi lado, que no comprende de la Palabra de Dios. Ciertamente, que Dios habla personalmente a través de su palabra, y lo hace indiscutiblemente a través de su Iglesia. El pueblo que camina con la Palabra y está en un permanente diálogo con Dios. La liturgia es el lugar privilegiado de la palabra de Dios. Participemos de la celebración de los sacramentos, especialmente de la celebración de la eucaristía, fuente y cumbre de la vida cristiana (LG11). Que el mes de septiembre, Mes de la Biblia, sea un tiempo para renovar el contacto diario con la Palabra de Dios. Oración: Abre, Señor, mis labios, mi inteligencia y mi voluntad. Ayúdame a entender tu Palabra, a saber lo que quiere decirme en esta página, en el aquí y en el ahora de mi vida”. ¡Amén!

Felipe de Js. Colón

El autor es, Juez del Tribunal Eclesiástico