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Nuestra Señora de las Mercedes

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Modelo de Madre y discípula eres,  Nuestra Señora de las Mercedes. Desde los años de formación catequética me hablaban de tu ternura, entrega y dedicación. Allí nació mi devoción hacia ti, Madre querida. Con alegría,  cada 24 de septiembre, el pueblo dominicano te venera como la fiel patrona de la tierra de Quisqueya.

Elegida ha si tú para ser la Madre del Salvador. Protege a la Patria de Duarte de los ladrones, asesinos, corruptos e indolentes. Si en el pasado el patriarca Moisés fue el instrumento de Dios para liberar al pueblo de Israel de la esclavitud de los egipcios, hoy nos inclinamos a tus pies, madrecita, para que nos ayudes a romper la cadena dolorosa de la corrupción y su esbirro la impunidad.

Reverdece la esperanza cuando un pueblo se levanta a marchar de verde, en contra de los que han empobrecido la familia dominicana. ¿Podrá salir victorioso quien ha  traicionado la confianza de la Patria?Capítulo pendiente siempre será que la Verdad brille en todo su esplendor. Para nadie es un secreto que tanto la mentira como el silencio cómplice pretenden secuestrarla.

Efímera  e insustancial sería la existencia si el hombre se olvidara de rezar a Dios. Desvincularse del Creador, que hizo el cielo y la tierra, es francamente, vivir una vida enana, mediocre y vacía.

Dechado de virtudes humanas y espirituales, adornan tu corazón de Madre. Tú, coronada como Reina y Madre de todo lo creado. Tú,  la más pobre porque nada ambicionaste. Tú, que supiste decir sí,  al Señor. Tú, que antepusiste tus planes personales, para que se encarnase libremente en tu vientre a Jesús, Esperanza de la humanidad.

Enarbolemos pueblo dominicano la bandera de la paz, que se opone a todo tipo de  guerra. Que el amor venza al odio. Que la fe derrote  la duda. Que el perdón diluya al rencor. Que la luz disipe las tinieblas de la deshonestidad, la injusticia y el cinismo.

Señora de la Merced, intercede ante tu Hijo, para que tenga misericordia de todos nosotros que somos pecadores. Te pedimos, que los matrimonios puedan perseverar en el amor, la alegría  y la fidelidad.  Concede, Virgen Purísima y Admirable,  a nuestros hogares, crecer cada día en la virtud de la caridad,  que brota del amor sincero. Que así sea. ¡Amén!

Felipe de Js. Colón

El autor es, Juez del Tribunal Eclesiástico