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La desigualdad social: víctima principal

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“No somos tan dueños absolutos del mundo como nos parece. Esta crisis tan mala tiene una cosa buena, llamarnos la atención de que los problemas de otras partes también son nuestros problemas.» Pepe Mujica.

Definitivamente el mundo cambio, nadie se imaginó cuando finalizaba el 2019 que el planeta se pararía de una manera tan extraña, inesperada y rápida. Ni siquiera en las mejores películas de ciencia ficción podíamos imaginar una realidad como la que estamos viviendo y experimentando a nivel mundial.  El planeta paralizado, nuestras vidas cotidianas en un paréntesis, hasta cierto punto congeladas en el tiempo. La espera es nuestra compañera cotidiana, la espera que lleva al mismo tiempo incertidumbre por lo que vendrá y por lo que será.

En ese paréntesis de tiempo hemos tenido que practicar lo que muchas veces leímos en algún momento y nos dijeron los expertos en la materia: vivir el aquí y el ahora. El pasado parece una ilusión de otros sueños y el futuro simplemente no lo podemos pensar ni visualizar. Solo agradecemos cada día estar vivos y sanos.

En toda esta tormenta vemos no solo a nivel nacional también a nivel internacional que la gran víctima de toda esta situación es la desigualdad social y económica, esa por la que a diario luchamos en este país, esa que hoy nos enrostra como se han malversado los bienes públicos. Esa que nos dice que en este proceso los derechos fundamentales de la gran mayoría del pueblo dominicano no están garantizados.

No todos y todas han podido guardar cuarentena responsable simplemente porque no tienen comida en su casa, sino salen a echar el día, a buscar el sustento diario no comen.  No todos y todas pueden aguantar vivir entre cuatro paredes trancados en una sola habitación o en espacios habitacionales muy reducidos y limitados que tienen que llamar casa o simplemente no tienen un techo que le cobije, siendo errantes del día y de la noche.

No todos y todas tienen el privilegio de seguir su curso escolar y universitario vía online a pesar de que tenemos invertido un 4 por ciento desde hace tiempo en la educación, ya hemos visto que las construcciones de escuelas y el desayuno escolar no son suficientes para estos momentos inesperados.

De repente nos exigen que seamos expertos y expertas en aplicaciones y herramientas cibernéticas cuando apenas tenemos un celular inteligente para llamadas y mensajes por whatsaapp, como mucho, facebook y algunas otras redes sociales. Nos piden que hagamos todo vía online, que paguemos nuestros servicios, que hagamos solicitudes, llenemos formularios gubernamentales, transferencias bancarias cuando no todos y todas tienen una computadora en su casa o simplemente no saben manejarlas.

De repente el mundo cambio y ese cambio nos enrostra nuestras miserias humanas, nuestros sistemas de gobiernos fallidos, nuestras falsas economías, nuestras falacias de plataformas de vida social, económica, política y jurídica.

Ahora todo tendrá que ajustarse, todo tendrá que repensarse para que el planeta vuelva a caminar. Ya nada será igual, aunque muchos seguirán resistiéndose a creerlo para mantener el statu quo del cual se han beneficiado grandemente en perjuicio de la mayoría.

El planeta dijo, basta ya y en ese grito de dolor y angustia por tanto daño causado nos ha dejado las lecciones que necesitamos para avanzar.

Esa desigualdad social que hoy es la victima principal del COVID-19 tendrá que ser eliminada de la faz de la tierra para poder continuar. Confió y creo que así será.

Josefina Almanzar

La autora es abogada y docente universitaria.