De una manera despiadada el Covid-19 ha invadido a la humanidad obligando a romper los esquemas de lo que hasta el momento, ha sido la vida de todos.
Estamos consternados ante la evolución de un fenómeno que en poco tiempo ha hostigado de tal forma a los diversos sistemas de vida, que todos, a pesar de resistirnos a perder la esperanza, empezamos a sentirnos abatidos.
Esto así por la desinformación y falta de voces autorizadas en las que podamos confiar, porque queramos no, estamos vulnerables y ansiosos y no ayuda en nada el cúmulo de videos, notas de voz e informaciones que tienden a confundir a una población ávida de saber.
No hay manera de alentarse ante una situación que al parecer se está escapando de las manos de casi todos, ya que exceptuando a China que ha logrado frenar el contagio y por ende las muertes, el mundo entero está acusando situaciones aterradoras.
¿Qué está pasando verdaderamente con este virus que en tan poco tiempo ha sembrado tal desolación?
Quien va a casarse con la gloria explicando a la humanidad que es el Covid-19, se nos ha dicho desde el principio que los efectos del virus eran comparables a un simple resfriado, se habló de que se cuidara a las personas mayores y a aquellos que padecieran patologías que les hicieran más vulnerables a contraerlo.
Se dijo hasta el cansancio, que la gente joven en edades que no superaran las denominadas como de riesgo, en caso de contraer la enfermedad, no les causaría más problemas que los ocasionados por una gripe común ¡oh sorpresa!
Las últimas noticias informan de gente joven que sin patologías previas, mueren víctimas del coronavirus.
El objetivo no es alarmar, sin embargo tampoco es lógico continuar con los ojos vendados y por temor a que se nos considere perturbadores, mantener una venda en los ojos, ignorando todo el desastre que acontece.
Estamos observando las reglas dictadas, permanecemos encerrados de manera agobiante es cierto, sin embargo todo esfuerzo parece poco si con ello podemos frenar el contagio, obedecemos dócilmente los protocolos pautados, condiciones que nos otorgan el derecho de pedir explicaciones.
Cada noche nos vamos a dormir con la esperanza de despertar con alguna noticia positiva, admito que es pronto para perder toda esperanza, vertiginosa ha sido sin embargo, la propagación del virus, las muertes, la desolación.
Quizás la consigna más sabia sea la de unirnos y ser solidarios los unos con los otros, la honestidad sin embargo, impedirá no admitir que la realidad mundial, nos tiene asombrados y temerosos.
Seamos sabios y cada cabeza de familia trate de cumplir y hacer cumplir los protocolos, el lema debe ser quedarse en su casa impidiendo de esta manera la cadena de contagios.