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Sacerdotes de Valdemoro en la diócesis de Getafe dan testimonio de su misión en tiempos de epidemia

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Hace dos días, Pablo Ginés, en Religión en Libertad, publicaba las declaraciones de dos sacerdotes de Valdemoro, municipio de 75.000 habitantes especialmente afectado por la epidemia del coronavirus, Jorge Revuelta, párroco de El Pilar, y Patxi Bronchalo, muy conocido por su presencia en redes sociales. El párroco de Santiago Apóstol, Jon García, ingresado y grave, ha dado testimonio desde el hospital de su ofrecimiento sacerdotal.

(InfoCatólica) El domingo 4 de junio de 2017 el obispo de Getafe, Mons. Joaquín Mª López de Andújar presidía la toma de posesión de D. Jon García Escobar como párroco de Santiago Apóstol (Valdemoro), acompañado de los sacerdotes del arciprestazgo y de los fieles del municipio.

Para él, su nuevo cargo suponía «una esperanza y una responsabilidad, además de una posibilidad de renovación de la vida personal y pastoral. Una llamada a la conversión y al servicio del pueblo que Dios, a través de la figura del obispo, me encomienda». En estos días está viviendo su sacerdocio desde la cama del Hospital de Valdemoro y expresamente ofrece su vida, unido a Cristo, por el pueblo a él confiado, en medio de tantos contagiados por el coronavirus allí ingresados.

El testimonio de D. Jorge Revuelta y D. Patxi Bronchalo

Hace dos días, Pablo Ginés, en Religión en Libertad, publicaba el testimonio de otros dos de los sacerdotes de Valdemoro, municipio de 75.000 habitantes especialmente afectado por la epidemia del coronavirus, Jorge Revuelta, párroco de El Pilar, y Patxi Bronchalo, muy conocido por su presencia en redes sociales.

«Hace dos semanas estábamos pensando en los oficios de Semana Santa, ejercicios cuaresmales. China e Italia pillaban lejos, parecía algo que nunca llegaría a nosotros. Jamás pensé que una pandemia llegaría a Valdemoro, que seríamos un foco», admite Jorge Revuelta, el párroco de El Pilar, en esta población de 75.000 habitantes de la diócesis de Getafe, la primera en ser golpeada con fuerza en la región de Madrid.

Celebra misa él solo, y vive solo en la parroquia, un templo de estética neocatecumenal por el que pasaban 2.000 personas cada fin de semana. Atiende en redes, en teléfono… «Mi compañero está en el Cerro de los Ángeles, para sustituirme si caigo, pero los feligreses han de saber que su párroco se queda, que no les dejamos».

En Valdemoro hay 10 sacerdotes en cuatro parroquias. «Ahora ya debemos estar todos infectados, unos con más síntomas, otros con menos», calcula.

«Nuestro compañero Jon, de 53 años, está hospitalizado. Hace unos días estaba medianamente bien, ahora se ahoga. En diez días ha cambiado la vida. Hay quien dice que sólo corren riesgo los más mayores, pero no es cierto: también enferma gente joven, que queda al borde de la muerte. Parecía un sueño, pero esto no es una peli de ciencia ficción, es real, y cualquiera puede enfermar».

«Yo era de los sacerdotes que hace unos días decía al obispo que teníamos que mantener algunos templos con misa pública. El nuestro era el que iba a atender a Valdemoro. Hoy reconozco que cerrar todas las misas es la medida más sensata. Hay que evitar que la gente salga y nos contaminemos. Yo diría a todos los sacerdotes: no colaboremos en poner en peligro al pueblo. Nunca pensé que diría esto, pero hoy lo digo: necesitamos medidas radicales».

Y es que Valdemoro es uno de los municipios gravemente afectados por el virus, que infectó a numerosas personas que acudían a un centro de mayores y que tiene su hospital al límite. Lo explica el sacerdote Patxi Bronchalo, sacerdote joven conocido por su presencia en las redes, cuya parroquia está al lado del centro de mayores donde se registraron los primeros 16 infectados.

«Aquí en Valdemoro vamos como una semana por delante de lo que empieza a suceder en el resto de España. Hace ya muchos días que pedíamos medidas como las que ahora se empiezan a aplicar. Aquí hemos sufrido mucho, mucho, hasta que se ha confinado a la gente a las casas. Todo el hospital es ya como una UCI. Esto es como una guerra, no sabes quién de repente está mal, quién de repente se muere o va a otro hospital. Las familias no pueden entrar a ver, todo es muy frío».

Él pasa la mayor parte del tiempo lo pasa con los infectados y familias de difuntos. También con el personal del hospital. «Una enfermera en el hospital se me echó a llorar. No podía más. Están dando la vida. No dejen de venir a traernos la fe». Eso también me ayudó, explica Bronchalo.

«Hay que atender persona a persona donde hay enfermedad. Los médicos te escuchan las palabras de Dios. Les doy una oración y un detente: tenía doscientos y pico y se me están acabando, fíjate. Un chico en el hospital me paró porque se estaba muriendo su madre, yo le di la unción a ella. Él quería hablar, confesarse. Tenía 35 años y llevaba sin confesarse desde la primera comunión».

Y también atienden a sus hermanos sacerdotes:

«El padre Gabi está enfermo. El padre John está muy malito, en el hospital, junto a su madre. Su madre está muy malita, también. Imagínate: estar en el hospital enfermo, tu madre también, y no poder ni abrazarla. Los que no estamos enfermos, acompañamos. Yo no voy a ver a nadie sano, me dedico solo a los enfermos, a visitar hospitales y enterrar a los muertos. Hay gente que dice ‘pues yo puedo ir a misa igual que voy al supermercado’, pero es que si fueran a misa se podrían contagiar, o yo les puedo contagiar. No es un capricho esto de suspender las misas. Es muy doloroso, pero es mucho más doloroso ver morir a la gente cada día».

Qué hacer en tiempo de confinamiento

Jorge Revuelta, el párroco de El Pilar, explica que es importante salir del bloqueo, volver a Dios, rezar, transmitir a otros esperanza:

«Durante una semana no pude rezar, ni comer, ni dormir casi. Tenía un bloqueo mental y espiritual. Ahora empiezo a reaccionar. Y veo que es importante no dejarnos paralizar, no bloquearnos. Recemos. Cuidemos la esperanza. Basta de mensajes de desesperación. Y en las familias, en las casas, cuidemos el ambiente familiar, juguemos con los niños. Es importante que nos tratemos por teléfono, por las redes. Yo me siento muy acompañado con oración, mensajes, llamadas… Es un momento para valorar lo que tenemos y volver a Dios. Estoy viendo familias que vuelven a rezar el rosario unidas, gente que se conecta a misa, muchas personas que vuelven a apoyarse en Dios»

Bronchalo da más ideas:

«Hacemos comunión espiritual, misa por YouTube, actos de contricción por Internet… aunque sin absolución, claro. Veo testimonios preciosos, de gente con mucha fe pese a sufrimientos muy grandes. Hay una mujer que se llama Gloria, que su marido se está muriendo y tiene enferma a su hija, a su nieto… Es increíble las palabras de Dios que tiene cuando le visito. Me da una lección enorme».

Jorge Revuelta anima a los cristianos a orar «por los muertos, los enfermos, los sanitarios y también por los sacerdotes. Hagamos caso a las medidas tomadas aunque sea doloroso. Pongamos al Señor en el centro. Dios quiere que ahora le adoremos y cuidemos de esta manera».

Testimonio del P. Jon García, desde el Hospital de Valdemoro

El párroco de Santiago Apóstol envió un audio a feligreses y amigos el lunes. Explicaba que él, ingresado grave a causa del coronavirus, se encontraba en el hospital junto a su madre, también gravemente enferma:

Hola, buenas tardes, hermanos. Aquí estamos. Nos han subido a planta y estamos juntos los dos. Como mi madre duerme, puedo deciros que ella está muy malita: seguramente no salga, en las próximas horas. Veremos a ver. Lo que Dios quiera.

Perdonadme una confianza, porque estoy pensando mucho en todos vosotros, en todos los sacerdotes. Y quería animaros a no abandonar las parroquias, a no abandonar nuestros altares. Celebrad la misa, los que tenéis la suerte de hacerlo, en el altar de la parroquia. Ahora sí que podemos decir: por el pueblo, por nuestro pueblo.

Incluso empecé a pensar que he perdido la cabeza, pero cogeos la liturgia, y sentaos en el confesonario donde confesáis a rezar un rato y mandad absoluciones a tantos que se van a morir sin ella, pero quizá con actos de arrepentimiento. Que les llegue esa absolución de sus sacerdotes.

Es una hora muy importante para nosotros, porque todo esto nos enseña que somos unos imbéciles, que nos encanta hacer, no sé, grandes eventos evangelizadores, tener muchas cosas en nuestras parroquias, sobre todo si va a llegar el obispo a visitarlas. Pero lo más grande que tenemos en nuestras parroquias es nuestro sacerdocio, ser sacerdotes. No hacer cosas, sino ser sacerdotes.

Y ahora todos tenemos la oportunidad de hacerlo, incluso yo que estoy en la cama. Pero eso nadie me lo puede robar: el ofrecer la vida, y el ofrecer la vida sacerdotalmente, por nuestro pueblo.

Mucho ánimo. Ninguno interpretéis mal, por favor, mis palabras. No juzgo a nadie ni corrijo a nadie ni quiero ser causa de ningún tipo de división. Solamente, con mucho cariño, os animo a vivir esta hora con un corazón muy alto, en lo alto de vuestros altares, en las parroquias, dejándoos estremecer al veros solos. Solo Jesucristo en tus manos, y tú y el Padre: y mientras tanto, todo ese torrente de redención que brota de vuestras manos para los fieles que os han sido confiados. Que nos son confiados. Un abrazo grandísimo.

Ayer falleció la madre de don Jon García y él pudo escribir a sus feligreses, ante la perspectiva de tener que ser intubado en cualquier momento, estas palabras de fe y esperanza cristiana y sacerdotal confortación en la prueba:

Este mediodía falleció mamá. Con paz, rodeada de estos ángeles con bata verde (uno de ellos de nuestra parroquia) que están dando la vida con inmensa profesionalidad y heróica dedicación y afabilidad. Seguro que su otro Ángel, el de su guarda, la acompañaba. Yo tuve que dejarla ir. A la Dra. no le gustaba mi estado y me sacaron a una especie de «Pre UCI» que se han montado estos profesionales increibles que tenemos.

El Hospital está con orden, suma eficacia, dedicación a tope. Mi salud… delicada. Tengo una hermosisima neumonía por coronavirus y el bicho es malo. Por eso me han advertido hoy que en el momento que me vieran peor, rápidamente me sedarían y intubarían. Anímicamente estoy con paz. ME LA REGALA EL SEÑOR.

El sacrificio de «arrancarme» de una madre fue preparado, se ve, por el duro momento de vernos separados ayer al salir de la habitación. Luego entregué TOTALMENTE a la Virgen y a San José a mamá… Algunos compañeros me hablan de la Cruz que vivo… NO HAY TAL. De verdad que solo veo al Señor, no hay Cruz y si la hay El la tapa con su presencia.

Los hermanos sacerdotes que son unos «suicidas de Cristo» han venido a darnos la unción y la comunión el Domingo y la comunión ayer.

Papá está en la parroquia. Ha dado positivo, pero no tiene síntomas. Y vosotros estáis siendo su providencia material y de amistad este tiempo que no sé lo que durará. Rezad por favor por los tres. Sobre todo por el alma de mi madre…

El maldito bicho está metiendo en España un río de humanidad, bondad y de ORACIÓN. Familias que nunca habíais rezado juntos en casa, estos días lo hacéis. NO LO DEJÉIS. Os quiero y me entrego desde la cama POR VOSOTROS, ahora esta es mi Misa y mi Altar. ¡GRACIAS A TODOS POR TANTO AMOR!