A raíz de la epidemia del coronavirus en algunas de los países afectados y dependiendo de la gravedad de la situación las autoridades eclesiales han comenzado a tomar medidas, en algunos casos, comenzando por exigir obligatoriamente el uso de mascarilla durante la misa y recibir la comunión en la mano (como Hong Kong en enero y febrero) y luego en otros países, bastante más severas como la suspensión de misas con público, como en Italia, Bélgica, o en España (en algunas ciudades como Madrid, Navarra, Sevilla, etc).
Ahora que también ha llegado el virus a Latinoamérica ha ocurrido lo mismo y acá ya la Conferencia Episcopal Perú ha recomendado seguir las misas a través de Internet, cerrar las capillas pequeñas, entre otras medidas preventivas.
A raíz de esto ha surgido en las redes sociales y medios de comunicación el debate de si tomar este tipo de medidas de por parte de las autoridades eclesiales es síntoma de cobardía o falta de fe. He aquí mi opinión:
Dios puede protegernos del coronavirus y de mil plagas más
Está claro que Dios al ser Todopoderoso puede protegernos del coronavirus y cualquier enfermedad. Dice el Salmo:
“El que mora en el secreto de Elyón pasa la noche a la sombra de Sadday, diciendo a Yahveh: «¡Mi refugio y fortaleza, mi Dios, en quien confío!» Que él te libra de la red del cazador, de la peste funesta; con sus plumas te cubre, y bajo sus alas tienes un refugio: escudo y armadura es su verdad”(Salmo 91,4)
“Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.»” (Mateo 16,17)
Dios, quien ha establecido las leyes naturales en su creación, no está sujeto a ellas, y si es su voluntad, puede alterarlas. Como sabemos por la enseñanza de la Iglesia, Dios no es simplemente como un gran relojero, que pone a andar un reloj y se limita a observar mientras lo ve avanzar, sino que hay una creación/intervención continua en la que Dios conserva en el ser lo creado, que, si no existiese en Él, dejaría de existir. Por ello, la antropología teológica no habla sólo de creación, sino también de conservación en lo creado.
Pero está escrito: No tentarás al Señor tu Dios
Pero eso no quiere decir que Dios tenga que alterar las leyes naturales que Él mismo ha establecido por voluntad del hombre, por lo que una mala interpretación de esos textos puede traer nefastas consecuencias.
Pondré un ejemplo: no ha sido una sola vez que aparece en las noticias cuando algún pastor protestante, en base a Mateo 16,17 cree que puede sin riesgo manipular serpientes y termina muerto por picadura. ¿Falló Dios en su promesa? No. Falló él al pretender obligar a Dios que obrara un milagro.
Así, si un salmo dice “aunque pase por senderos oscuros, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado, ellos me sosiegan.” (Salmo 23,4), no debe entenderse como que deliberadamente yo deba a exponerme a caminar por lugares peligrosos a altas horas de la noche pensando que Dios me tendrá que proteger, sino que por el contrario, si por determinada situación es realmente necesario para mí pasar por una situación así, no deberé temer y puedo confiar que Dios lo ha previsto. Cualquier cosa que ocurra será lo mejor para mí de acuerdo a su voluntad.
De allí que aunque la propia Eucaristía recibimos realmente el Cuerpo de Nuestro Señor, no por eso los celiacos y alcohólicos no tienen normas especiales para comulgar (la explicación de esto, está tratada AQUI).
Cuando Satanás tentó a Cristo le dijo: “Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna” (Mateo 4,6) precisamente por esto el Señor respondió “También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios” (Mateo 4,7)
Tentar a Dios es por lo tanto, intentar obligar a Dios a hacer nuestra voluntad, o en otras palabras, pretender presionarle para que se ponga a nuestro servicio y no nosotros al suyo.
¿Cómo se entiende esto en el contexto de la epidemia del Coronavirus?
Por tanto, es evidente que, aunque Dios puede sí así es su voluntad proteger a los cristianos a que no se contagien (y eventualmente algunos mueran) de coronavirus asistiendo a los servicios religiosos, no podemos nosotros pretender obligarlo a obrar tal milagro alegando tener mucha fe. Tampoco tiene sentido denostar a nuestras autoridades religiosas si prudencialmente consideran, de acuerdo con la situación de cada lugar, que algunas medidas son necesarias para proteger las vidas de las personas.
El coronavirus es un riesgo real para la vida de las personas, y por no tomar las medidas a tiempo me parece realmente necesario para que no pase lo que ha ocurrido por ejemplo en Italia donde ya han muerto más de 1.400 personas de los casi 18.000 contagiados.
Ha sido precisamente aquí en Lima donde uno de los primeros infectados fue un sacerdote, que aunque ya Dios mediante, se recupera favorablemente, se vio bastante grave.
Mi consejo, por tanto, para quien lo quiera escuchar (y que no es más que la simple opinión de un laico) es:
- En cuanto a la asistencia a los servicios religiosos obedece y respeta las pautas y recomendaciones de las autoridades religiosas de tu país/ciudad/parroquia.
- Evita caer en juicio temerario acusándoles de cobardía, pusilanimidad o falta de fe por tomar medidas donde lo que buscan es proteger la vida de nuestros hermanos.
- En cuanto a aquellos lugares donde se permita, dada las circunstancias, de implementar medidas creativas y razonables para no suspender los servicios religiosos públicos sin aumentar el riesgo para la población, dales la bienvenida.