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De devuelta el 8 de marzo

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Dentro de dos días el mundo volverá a conmemorar otro 8 de marzo. Las mujeres volveremos a demandar a reclamar los derechos pendientes por ser reconocidos e implementados en la legislación. Volveremos a manifestar las desigualdades que siguen reinando en la República Dominicana con los temas de las mujeres.

El pasado año, 2019, las reclamaciones del 8 de marzo versaron sobre un trabajo, un documento producido por el Centro de Estudios de Género del INTEC, titulado: Las Deudas Sociales del País con Las Mujeres, donde se evidencia las desigualdades que sufren las mujeres, en su mayoría mujeres pobres, y las faltas de garantías constitucionales y de políticas públicas reales y efectivas para los temas de las mujeres.

Este documento refleja los problemas de violencia, de desempleo, empleo precario, la falta de reconocimiento, de participación igualitaria, la falta de servicios eficientes en salud que diariamente viven las mujeres. Refleja cómo en pleno siglo XXI la sociedad dominicana es cada día más sexista, generando más desigualdades que traen consecuencias funestas en el ámbito político, cultural, social y económico.

Por razones de espacio voy a seleccionar dos deudas de las tratadas en este documento: 1.- Las deudas en salud. 2.- Las deudas de participación política y ciudadana.

Las deudas en salud refleja que el país no tiene una política integral de salud ni de derechos sexuales y reproductivos. Por ejemplo, un dato escalofriante es el que registra (ONE 2015) con relación a que una de cada cinco adolescente es madre o ha estado embarazada en la República Dominicana. Igualmente se registra un 37% de matrimonios infantiles (ONE 2014), lo que evidencia la irresponsabilidad de un Estado que niega los derechos fundamentales de las niñas y adolescentes desprotegidas de una educación sexual seria y responsable. Al mismo tiempo que las condena a vivir en un estado de pobreza y de salud precaria.

Las deudas de participación política y ciudadana, si bien es cierto que la mujer en los últimos años está incursionando en los espacios de la política con más voluntad y decisión y para muestra tenemos el ejemplo de Minou Tavarez Mirabal, quien presidió durante cuatro años el partido político Opción Democrática el cual abrió las puertas de manera significativa a la participación de mujeres en la política partidaria  en igualdad y en equidad, no menos cierto es que las mujeres siguen siendo obstaculizadas en esos espacios, tanto en la ley, como vimos con las  promulgaciones de las leyes 33-18 y la Ley Orgánica del Régimen Electoral donde las elecciones de las candidaturas quedan en manos de la dirigencia de los partidos políticos, como en el cierre de los canales de participación en espacios donde el poder patriarcal se ejerce de manera atropellante para mantenerse.

En este aspecto este documento muestra cómo se mantienen estas desigualdades principalmente en los organismos de toma de decisiones, excluyendo a las mujeres en su participación. Por ejemplo, nos encontramos en el Senado de la República, de 32 cargos, apenas 3 son ocupados por mujeres, en la Cámara de Diputados las mujeres ocupan solo el 28.1% de los puestos. De los 22 ministerios en el Poder Ejecutivo, solo 3 mujeres son ministras. En el Banco Central donde se toman las decisiones económicas, de 10 integrantes de su Junta Monetaria ninguna es mujer. En la parte municipal, en los ayuntamientos, en las alcaldías apenas llegan al 12.1% y las regidurías un 34.1%.

Así las cosas y de vuelta al 8 de Marzo  vemos que el Estado dominicano sigue en deudas con las mujeres generando consecuencias directas e indirectas en la vida de la sociedad dominicana, ya que al violar los principios y los derechos de igualdad y de equidad consagrados en el artículo 39, numerales 4 y 5 de la Constitución dominicana, viola el equilibrio del accionar de una sociedad que no alcanza a ser una sociedad saludable, no sólo en salud física, que es la que más conocemos sino en salud emocional, económica, jurídica, política. Todo eso se traduce en pobreza, en embarazos en niñas y adolescentes, en delincuencia.

Se traduce en deudas sociales y esas deudas es lo que hemos demandado y seguiremos demandado en esta vuelta al 8 de marzo exigiendo que se nos paguen porque el Estado dominicano debe entender de una vez y por todas dos cosas, que: 1.- Sin mujeres no hay democracia. 2.- Si nosotras paramos el mundo para.

Josefina Almánzar

La autora es Abogada y docente universitaria.