Por lo regular cuando escribimos nunca acostumbramos rendirle culto a la personalidad, pero esta vez haremos una excepción porque recientemente se produjo un trágico hecho que ha impactado nuestra vida personal y que nos obliga hacer un comentario a modo de reflexión.
Resulta que nuestro amigo y compadre, crecimos y nos desarrollamos juntos en nuestro Ensanche Bermúdez, Claudio Rodríguez, que acostumbraba viajar todos los fines de años a los Estados Unidos con el propósito de disfrutar del Invierno en la residencia de su hija mayor, Rafaelina Rodríguez de Moreno, ubicada en el Condado de Queens, New York, decidió, por casualidad del destino, adelantar la fecha del viaje y a los pocos día de llegar murió junto a su nieta Emma Domínguez en un incendio provocado en la vivienda por un joven de 23 años de nombre David Abreu Núñez, quien también falleció en el incendio del que no pudo escapar.
Rafaelina una mujer comprensiva había alojado al joven días recientes a la llegada de Claudino junto a su también hija Elizabeth madre de la niña fallecida, así como su otro hijo Lían, de 10 meses de nacido, quienes se debaten en el hospital entre la vida y la muerte por las quemaduras recibidas en el siniestro.
Claudino era Primer Teniente retirado de la Policía Nacional Dominicana, institución a la que sirvió por espacio de 37 años y luego de su retiro, aunque no pertenecía a ninguna congregación religiosa, dedicaba su tiempo libre a estudiar y escudriñar las Sagradas Escrituras, libro del cual adquirió mucho conocimiento
.Mi compadre Claudino nunca decidió pertenecer a ninguna iglesia cristiana, porque quizás pensaba que todavía no era su tiempo para morir y que más adelante tomaría la decisión de transmitir a los demás los conocimientos aprendidos a través del estudio de la Biblia.
Pero a mi compadre se le olvidó que no solamente se mueren las personas envejecientes y los enfermos, también mueren los recién nacidos y los jóvenes saludables, y que Dios es el único que sabe el día y la hora en que cada uno de nosotros va a morir.
A veces creemos que la vida es cruel, ya que por su ejemplo no pensábamos que Claudino se merecía ese tipo de muerte, pero lamentablemente él estaba presente en el lugar y hora equivocada, razón por la cual tuvo la´´ mala suerte´´ de sufrir una muerte que nadie se la desea ni siquiera a su peor enemigo.
El libro de Santiago, Capítulo 4, versículos del 13 al 14, señala lo siguiente ‘van ahora ustedes los que dicen hoy o mañana iremos a tal ciudad y allí pasaremos un año y negociaremos y haremos ganancias, cuando el caso que ustedes no saben lo que será su vida mañana porque la neblina que aparece por un poco tiempo y luego desaparece´´.
El ejemplo de Claudino es digno de comentar, porque procreó 8 hijos con su esposa Carmen Luisa Cabrera, fallecida, y con la excepción de Sara, quien también murió en la adolescencia hace algunos años, los demás son profesionales, Rafaelina, Claudia, Leonardo, Sandra, Robert, Elizabeth y Rommy, todos con una conducta intachable que más que exigirle a la sociedad, aportan a través del trabajo productivo y sus buenos modales.
Aunque Claudino fue miembro de la Policía Nacional en la época de los fatídicos 12 años de Joaquín Balaguer nunca cometió un crimen del que tuviera que arrepentirse, porque a pesar de que a los militares les está prohibido involucrarse en asuntos políticos, siempre se caracterizó por mantener una posición clara y crítica de la realidad que vivíamos en ese gobierno que sembró el terror en el país, por lo que jamás se prestó para perseguir a nadie por su ideología, como se acostumbraba en el régimen balaguerista.
Nunca lo vimos enfadado, pues siempre se mantenía de buen humor. Para Claudino nuestro deseo es que cuando le llegue la oportunidad de que el Señor tenga que juzgarlo por sus hechos, lo lleve al lugar que se merece , porque aquí en la tierra obró para ganarse un buen espacio en la eternidad.
Sus familiares, amigos y demás personas que lo tratamos y compartimos buenos momentos, siempre lo recordaremos como lo que fue, un hombre dedicado a predicar y practicar el bien. ADIOS MI COMPADRE, QUE DESCANSE EN PAZ, LE DESEAMOS QUE TENGA UN BUEN VIAJE HACIA LA ETERNIDAD.
Ramón E. Durán