Hoy viernes 14 junio conmemoramos el 60 aniversario de uno de los eventos de mayor impacto en el siglo XX. En ocasión de este aniversario desde esta columna quiero compartir mis reflexiones sobre esta efeméride.
El 14 de junio es un día patrio, un día en el cual se puso de manifiesto el sacrificio de los representantes de una generación que ofrendó su vida por la libertad. Un día para que siempre viva en la memoria de todo aquel que se sienta ser dominicano y dominicana. Para todo el que sienta correr por sus venas la sangre de la tan sufrida y maltratada Quisqueya.
Una ocasión para meditar sobre los hechos que han marcado de manera trascendental la historia de la República Dominicana. Un día para reflexionar sobre cada una de las muertes físicas, sobre cada una de las almas que fueron mutiladas en esos tiempos de oscuridad y de barbarie. Un día para encontrarnos con nuestro pasado y ver cómo nos segaron aquellas espigas aun sin haber dado todo su potencial germinador en la sociedad. Recordar cómo mutilaron a aquellos y aquellas que murieron por un ideal, aquellos y aquellas que tuvieron el arrojo de poner en riesgo todo por sus sueños y sus deseos.
La “Gesta Gloriosa del 14 de Junio” como con todos los méritos se reconoce esa expedición, recogió en su seno a una parte ilustre de la juventud de su época, la parte más comprometida y sana de la nación. Convocó a los hombres y mujeres valientes que lucharon por la libertad. A hombres y mujeres que se entregaron a la causa sin intereses, sin esperar recompensas pecuniarias o de estatus social. Acogió en su seno a hombres y mujeres que sacrificaron sus bienes materiales a cambio de bienes de dignidad, respeto, libertad y mejor calidad de vida para sus conciudadanos y conciudadanas.
El tiempo ha pasado y hoy República Dominicana es totalmente diferente a lo que ellos soñaron. Si bien es cierto que hoy respiramos ciertos aires de libertad no deja de ser, también, cierto que hoy arrastramos pesares que describen una realidad muy distante de las que figuraron en sus sueños. No tenemos institucionalidad y la seguridad social es apenas un ejercicio publicitario. No estamos representados por funcionarios y funcionarias que piensan en el bienestar común de todos y todas sino de ellos mismos. La República Dominicana que ellos soñaron ha devenido en un país corrompido por el cáncer de la impunidad y la injusticia. Los gobiernos y las élites cooptaron el Estado para hacerse millonarios a costa del dinero del pueblo. La cosa pública es un pastel que se reparte entre todos los que les toca el turno del Gobierno.
Lamentablemente ellos y ellas murieron por nosotros pero sus conciudadanos no hemos podido disfrutar en toda su plenitud de los resultados de su sacrificio. Los gobernantes que hemos tenido durante las seis décadas que hoy se conmemoran han sumado la sociedad en una desmovilización proclive a aceptar y permitir de manera sumisa todo lo que nos han dado y ofrecido los gobiernos que hemos tenido.
Los héroes y heroínas del 14 de junio han dejado un vacío en el escenario político, social e intelectual de nuestro país. La mayor expresión de dicho vacío es la ausencia de un liderazgo con la altura y la trascendencia de la heroica Raza Inmortal.
Los responsables de su aniquilamiento han contado con sustitutos cómplices quienes luego del exterminio de esa generación han dado continuidad a una política de Estado que se ha encargado de aniquilar la capacidad de construir sueños colectivos a las nuevas generaciones. Con una educación alienante y la difusión de una cultura acrítica vemos que la mayoría de nosotros hemos perdido el patriotismo y este país nos ha importado un bledo.
Me pregunto qué diría, qué sentiría, Minerva Mirabal, Manolo Tavárez Justo y tantos hombres y mujeres que formaron parte de ese grandioso Movimiento. Qué decepción tan grande sentirá la generación que vivió esos tiempos, que aún viven y que no pueden hacer nada más que observar, asombrarse y quizás reprocharse por tener el País que tenemos. Con gobiernos corruptos e indolentes.
Pero con todo este vacío siento que el 14 de Junio nos recibe de manera diferente porque hay una nueva esperanza que ha recorrido las calles, que ha recorrido todo el territorio nacional reclamando justicia y el fin de la corrupción y de la impunidad. Esa llama que ha encendido los corazones de un pueblo que pensaba que todo estaba perdido ha comenzado a despertar la conciencia ciudadana en la aspiración de la construcción de un mejor futuro para la patria.
Si. El campanazo que dio la Marcha Verde en las calles sobre la conciencia nacional ha despertado un nuevo sujeto político. Ha servido para anunciar entre los nietos y nietas de esa generación que hoy está dispuesta a seguir luchando y reclamando junto a su pueblo para construir la redención abonada con luto hace más de medio siglo.
Que viva por siempre el Movimiento del 14 de Junio, sus ideales, sus principios. Es una de nuestras tantas asignaturas pendientes.
Josefina Almanzar.
La autora es Abogada y Docente universitaria.